martes, marzo 17, 2009

Juanito era un chico que se abrigaba cuando estaba fresquito y nunca habló con extraños, porque así se lo habían dicho y él obedecía como el buen niño que era.
Pero un día Juancito estaba jugando en el parque y se topó con un vagabundo que parecía tener mucha hambre. El hombre al ver la compasión en los ojos de Juanchi le dijo:
-niño ¿podrías darme algo de comer? Por favor, tengo mucha hambre.
Juanito sabía que el vagabundo era, efectivamente, un extraño. Así que sin decir ni una palabra, asintió con la cabeza y se fue a su casa a buscar algo para el hombre
Cuando su madre lo vio saliendo con una gran hogaza de pan le dijo:
-Juan ¿qué haces?
-le voy a dar comida a un vagabundo, él me lo pidió y parece hambriento- y decidió agregar, por las dudas-Pero, te juro, que no le hablé mami.
-pero te voy a dar yo a vos- estalló la madre- andar sacando comida para dársela a un sucio, a un desconocido.
Esa tarde Juanito recibió tantas cachetadas en el culo, que aprendió una valiosísima lección: no solo no hay que hablar con extraños, tampoco hay que ayudarlos, porque ayudar a los otros solo trae problemas.

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