martes, julio 29, 2008

Las flores flameaban, se extendían sobre el piso, quemándome la planta de los pies. En las paredes los ácidos quemaban el cobre y la plata, los combinaban y los volvían a separar a un ritmo alarmante y yo no dejaba de reír. En los cielos algunas figuras traslucidas convulsionaban, cada tanto alguna criatura se me escapaba por el rabillo del ojo, y nunca llegaba a atraparla. Las plantas gritaban todo lo que nunca había podido oír. Y sin embargo, no hay un final ni una historia, quizás se hallan abierto las puertas del infierno, pero el ácido diluye y mezcla todo tan rápido que pronto lo olvidaremos.

3 comentarios:

Tati.- dijo...

jajaj que sopresa que lo hayas leido. bueno cuando quieras comemos choris. los de la costanera se re ponen ajajaj beso lau

Pocho Álamos dijo...

iriarte y vyetes. la mejor carne del mundo

Tati.- dijo...

JAJAJAJ me estoy acordando que una vez cuando fuimos a la masoneria con los chicos comimos un chori ahi.
Que ricos tiempos .