lunes, agosto 11, 2008

Fumar

A veces siento que lo único que quiero es sumergirme en el pozo más profundo y oscuro, más triste y estrecho. Encerrarme ahí y solo fumar y fumar, hasta que la cabeza me palpite de dolor antes de segmentarse en miles de pedazos. Desgarrar mi garganta y deshacer mis pulmones. saturar completamente mi sangre de toxinas, hasta que cada músculo me duela y no pueda volver a moverme en lo más mínimo antes de morir.
Siento que ningún amigo puede entenderme, que son todos extraños, figuras difusas en la neblina que no puedo llegar a comprender, ni ellos a mí. Tal si fueran solo una situación más en la que estamos obligado a desenvolvernos, un compromiso al que no recordamos habernos comprometido. Siento que carezco de familia, siendo estos solo una manda de animales que me parió, pero sin ningún sentimiento, ya sea de odio o cariño. Todo me es completamente ajeno, salvo el pozo y la oscuridad. Ni siquiera conmigo mismo llego a sentirme cómodo, me veo como una triste marioneta vacua que se enreda en sus propios hilos mientras baila torpemente la triste danza de la rutina y los compromisos, se ajusta al compás del que dirán y los prejuicios, mientras llora por dentro, al no poder ser ni sentir.
Por suerte justo antes de dejar este mundo, mi vida empieza a pasar frente a mis ojos, todos los amigos y familiares, desfilan frente a mí, todas las escenas de mi vida se amontonan como un zapping salvaje, nada me conmueve. Un gusto amargo se acumula en mi boca, el rencor me retuerce y siento que tenía razón, que nada importa.
Por suerte me acuerdo de vos, y de tu mano vienen todas esas cosas que valen la pena, toda la familia lista a abrazarme y todos los amigos cantando canciones de cancha más alegres que nunca.