domingo, agosto 10, 2008

Naturaleza Pura

Naturaleza pura, y estricta. En el sentido de su nitidez y autenticidad y no de su desorden y vibración constante, vida, palpitante. Cada ladrillo y cada partícula de cemento, canta como un pájaro irrepetible, se agita como una hoja más al viento. El gato, estatua de mármol gris me observa desde la medianera del vecino. Se pasea por la cornisa con la placidez y la armonía de una criatura en su medio. Llega hasta el borde, se detiene, olfatea la cornisa y se recuesta al sol. El oso sale de su cueva y bosteza ante la luz de la mañana. Miles de aparatos se llaman unos a otros desde las mesas de luz, comparándose a las cigarras y ruiseñores. Pipipipí pipipipí pipipipí, se llaman y se responden, los hombres también bostezan, desde sus cuevas de yeso y madera, de granito y arena, de fibrofacil y cartón. Los días se desarrollan, algunos son depredados, otros comen verdurita. La ciudad recibe al sol que se condensa en el negro asfalto, rebota por todos los ventanales en un juego de ilusionismo inconmensurable. Los frutos se acumulan apretados en cajas de cartón, los árboles crecen en quirúrgicos cuadraditos de cemento y nosotros también apiñados en nuestras cajas que a su vez se amontonan entre ellas. Pero es todo flor y fruto de la naturaleza. Mientras las palomas se lanzan en picada sobre una veja en una famélica rutina cotidiana, los gorriones se adelantan para llevarse lo mejor. Los gusanos nadan y se reproducen dentro de líquidos y jugos putrefactos, en tachos de basura.

Seguimos fluyendo como un río más. Gastamos la tierra, dejamos un lecho vació desde un punto determinado al otro. Luego, llegamos al mar y nos perdemos en la inmensidad de todas las cosas, para luego evaporarnos y quizás morir, solo para volver a la montaña, a lloverse o nevarse y empezar de nuevo. Pero mientras nosotros nos desvanecemos, las carcasas de metal y los esqueletos de cemento permanecen, perdurables como desearíamos ser. Los recursos renovables que fabrica el ser humano. Como las plantas a su vez producen O2 a través de la fotosíntesis, nosotros los humanos producimos plástico, termos, pilas, marcas de ropa, tendencias. Como cualquier hormiguero, nadie se da cuenta que es hormiga, pero cada cual hace su parte, sin verlo desde afuera. Seguimos siendo parte de funciones naturales, dentro de nuestros litros y kilos y kilómetros de cemento, somos solo una expresión más, otro animalito con sus propias particularidades. En toda la hipocresía y en cada mentira. La polución y el genocidio, En la futilidad y el desencanto.

El gato pasa al balcón y me mira, mientras yo sigo escribiendo. Las palomas pelean por las últimas migajas. Unos tipos se agarran a cuchillazos por un desacuerdo y el perro se roba un pollo de la parrilla de la esquina. La jungla se sigue agitando, profunda y viva. Todo sigue girando y vibrando, expresando mil formas de la misma figura.

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