viernes, agosto 14, 2020

Trabajamos desde la compu, vemos a nuestros seres queridos por videoconferencia, llamamos a nuestros adultos mayores por teléfono. Toda la realidad, todos los vínculos que tenemos y hacemos un esfuerzo sobrehumano por sostener están mediados por pantallas. Es como si estuvieran lejos, muy lejos. Siempre del otro lado de una pantalla, en un más allá de lo intangible. Los livings no son oficinas, las habitaciones no son aulas. Sin el contagio, el saludable contagio de estar en una misma mesa amasando ideas en conjunto, no es lo mismo. Estamos acá encerrados y la vida está allá lejos. En el medio, entre la vida y nosotros está el peso irrefrenable de la pandemia. La realidad innegable e ineludible de la muerte y su peligro. La angustia se cuela en cualquier silencio.

Las pantallas no son ventanas que se abren y nos muestran el mundo. Ninguna maratón de series se compara a la saga de sueños que puedo tener en las interminables siestas que siempre encuentro una excusa para tener.

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